Aun recuerdo en los tórridos
veranos de mi niñez, lo que suponían los prolegómenos de la temporada en el
futbol local. Lo cierto es que la
primera pretemporada que viene a mi memoria fue la
posterior al ascenso a 2ºB, de principios de los 80. Cuando iba con mi padre a
echar un rato por las tardes al viejo campo de tierra.
Creo recordar que las obras del
nuevo Maulí ya estaban proyectadas, pero que sin embargo el debut en la
categoría de bronce la realizaría en el campo municipal de El Mirador, donde
comenzaban a entrenar los flamantes fichajes ante el nuevo e ilusionante proyecto.
Mira niño, ese es Macías, -me
explicaba mi padre- que ha jugado en
primera división en el Málaga….Y ha sido internacional con la selección,
-interrumpía otro contertulio habitual de los entrenamientos.
Mira ese alto es Gallardo, que viene cedido del Málaga. El nuevo portero… -seguía explicándome. Portero que si no recuerdo mal, fallecería desgraciadamente a los pocos años, muy joven aun.
Equipo que realizó la mejor clasificación de la historia del futbol local. |
Otras veces, (algunas tardes
estábamos prácticamente en familia), me atrevía a saltar la valla, y situarme
dentro del terreno de juego, donde
miraba de cerca a aquellos jugadores, e incluso le daba unas pataditas a un
balón si se distraían.
Existen pequeñas anécdotas, de
aquellas tardes que aun quedan en mí memoria, como cuando la preparación de los
jugadores se centraba en el aspecto físico. Recuerdo una estampa muy curiosa: Los jugadores bajaban desde las afueras del
campo, por la ladera que hoy día hay en dirección a la nueva feria, (aun no
estaba construido el Instituto Los Colegiales),
y debían subir al sprint, tomándose las pulsaciones a continuación. Así de intensas eran aquellas sesiones. Macías, un auténtico
portento físico, delgado y fibroso, no ponía sus dedos en el cuello ni en la
muñeca para controlar el ritmo cardíaco. Simplemente se miraba la zona del
antebrazo donde unas venas hinchadas,
que parecían a punto de explotar, palpitaban raídamente. Todo esto ante la
mirada embelesada de los viejos aficionados que atónitos, se
sonreían unos a otros.
Así, tarde tras tarde, con el
calor, echábamos un ratito, a muchos grados de temperatura, cuando los últimos
rayos de sol aún daban en los árboles del “mapa”. De esta forma nos íbamos
preparando para la que a continuación sería la mejor temporada de liga de toda la historia del conjunto local,
la 81-82. Donde un auténtico equipazo
quedó en los primeros lugares de la clasificación, rozando un ascenso a 2ºA y
dejando partidos para el recuerdo.
Pero esto ya es otra historia…